sábado, 12 de junio de 2010

El fantasma



A veces me gano la vida visitando gente, la mayoría de ocasiones sin motivo. Un día me llamaron para visitar a una familia que reconocía su desesperación. Vivían en un gran castillo.

En medio del campo se erigía majestuosa la construcción. La familia ocupaba la mitad de la mansión. Parecían vivir felices ocupando una cuarta parte del espacio… sin embargo reconocían que la insatisfacción interna iba creciendo cada día.  

Me encontraba en un gran castillo semi vacío. Con el paso de los días sentía porqué la familia no estaba en paz. Debajo de las palabras un silencio aullaba, detrás de las sonrisas una tristeza me miraba, escondido entre las buenas formas la culpa gritaba y cuando lo urgente salía de la chimenea ellos miraban el futuro en el horizonte abriendo la ventana. En esa parte del castillo parecía haber una orquesta.., la orquesta del secreto.

En el espacio confinado y habitado reinaba la luz y la comida, las entradas y salidas, el movimiento y el alboroto, todo tapaba la orquesta.

Pregunté qué había al otro lado del castillo y me dieron más comida, mejor cama y me invitaron a bailar para así no poder escuchar la orquesta del secreto. Me dijeron que un día habitaban todo el espacio, pero que con el paso del tiempo un fantasma habitó el castillo y  creyeron ser más felices usando menos habitaciones y ocupando menos espacio. Del castillo entero a tres cuartos y de ahí a la mitad y al final la cuarta parte…

Un día me aventuré y pasé la puerta... El frío gélido, la oscuridad imponente, el miedo en cada rincón y en cada aliento.

Crucé puerta tras puerta, reconociendo habitaciones, si cabe cual más tenebrosa hasta llegar a la última, empujado por una fuerza ajena contra la cual me rebelaba a la vez que amaba, porque ya no cabía el autoengaño ni el escape ni el esperar al futuro incierto.

Allí encontré al fantasma, seguro dispuesto a matarme... Me arrodillé esperando su golpe certero, sabedor de que mi atrevimiento no tenía ya remedio.

Pasaron los segundos y no sentí dolor. No sabía si estaba muerto o vivo.

Abrí los ojos y miré… Ahí estaba el fantasma, impasible, tranquilo.

Con voz dulce me dijo: “Hijo…, sólo soy tu sombra. Ámame a mí también”

1 comentario:

  1. DETRÁS

    Tras la alacena
    huele a dulce y nata.
    El olor del tiempo
    escondió fragancias...

    El aroma grita:
    ¡Quiero ser olido!,
    bailar en el aire
    y no oler a podrido.

    Dáme un espejo
    que me huela dentro,
    lanzar a la vida
    lo que habla el reflejo.

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