viernes, 14 de mayo de 2010

La tumba del poeta



Hace poco en el país en que nací se buscaba la tumba del poeta, el que paseando por el campo, en una zona llamada La Asquerosa, con 7 años encontró un ánfora romana y en ella unas monedas. El niño quitó la tierra de la moneda y al ver en ella el reflejo del sol en la esfinge comentó que fue ahí donde por primera vez se dio cuenta de la belleza.

En nosotros habita lo racional, explicándonos con criterio y disimulando nuestro infortunio, pero en lo profundo… encontramos lo simbólico y el puente, en ocasiones doloroso, hacia la gran vida.

Aquel a quien rendimos entierro y recuerdo, aquel a quien ponemos nombre y damos presencia en nuestro corazón con cariño y respeto, aquel que descansa en la Tierra y sabemos donde, sana nuestra psique profunda y abre puertas del cielo en vida.

Sabedores somos que la Tierra de la basura crea flores de colores y aromas para nuestros sentidos.

Sabedores somos que a quien enterramos y recordamos nos ayuda en nuestro destino.

Sabedores somos que sólo honrando nuestras raíces recogeremos buenos frutos.

Sabedores somos que la Tierra es el símbolo del Amor más grande.

Y es que el poeta me recuerda en lo profundo lo que la Tierra enseña.

Es por eso que estoy triste si no puedo regar tu tumba y llevarte unas flores.

¡Cuanto necesitaríamos saber de ti! Tanto, que no miramos la herida que nos produce.

A veces cavo mi tumba y cada semana, como el Marakame me enseñó, duermo dentro de la Tierra, para así aprender a Amar, que es a lo que aquí vine.

¡Ay!, cuantos sueños y noches aún me faltan… cuanta belleza se me escurre entre los dedos…

Desde enero, Federico, te llevo unas moneditas esas noches.

6 comentarios:

  1. Comparto lo que estas páginas me inspiran...

    Paradojas de esta vida.
    Entierro, tumba, hora de muerte,
    palabras antes dolientes...
    es ahora que me traen
    aromas de nueva Vida,
    sabores de cambios fuertes.

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  2. Literalmente precioso.

    Gracias.

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  3. Siempre es necesario recordar a Federico, conectarse con él, su poesía y su música, con la pureza que él representaba desde la sencillez.

    Gracias.

    Os dejo algo que escribí para él hace unos años.

    LOS REFLEJOS DE TU TACTO

    A Federico García Lorca

    Donde los gitanos beben,
    en el manantial del llanto,
    un niño ríe desnudo,
    con dientes de verso blanco.

    Trae su flequillo reflejos
    de luna, de mar, de un algo
    tan musical y distinto,
    que es tan dulce como amargo.

    Sobre un sombrero llegaste
    grana, celeste y dorado,
    coloreando las dudas
    de los ánimos opacos.

    Semillas de luna roja
    brotaron por los costados
    del sendero que, cual toro,
    pisaste sencillo y bravo.

    Aventurero en la noche
    más oscura de los campos,
    cuando el metal de la sombra
    cubrió de muerte tu rastro.

    Murmuraron los olivos,
    los perros -¡todos!- aullaron,
    los pájaros, a las ramas
    ataron sus picos mágicos,

    los toros, todos de luto,
    derribaron los cercados,
    y sangraron las muletas
    de tus toreros hermanos.

    ¡Federico, Federico!,
    lava tu nombre el pecado
    de los que nunca quisieron
    ver el alma de tus labios.

    Donde se oculta la pluma
    de los poetas, un raro
    farol lanza intermitencias
    de blancos y verdes rayos.

    Me nacieron los oídos,
    con versos iluminados
    desde tu limbo de azules,
    donde duermes trabajando.

    ¡Federico, Federico!,
    das corazón a mis pasos
    cuando sueño con cristales
    donde reflejas tu tacto.

    Luis Ángel Barquín
    Madrid, 13 de noviembre de 2003

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  4. A todos digo,

    que bellas las palabras del poeta, pues su valor radica en lo que inspiran y mueven en nosotros.

    Federico siempre fué un chico peculiar, con tan buena pluma como mala baba... dicen (ó mejor, decían) sus vecinos y quienes le conocieron, como mi abuela.

    La Asquerosa, que era el pueblo de mi madre y pasó mas tarde a bautizarse como Valderrubio por aclamación popular... y obvias razones a las que contrubuyó el poeta, no era el nombre del lugar sino una muletilla fonética granadina derivada de Arquerosa, su verdadero nombre, pues su origen se encuentra en el sitio de la ciudad de Granada, hacia finales del siglo XV, y se llamo así por ser el campamento militar de los arqueros del rey Católico cuyo grueso de tropas se emplazaba en Santa Fe, a pocos kms de allí.

    Siendo esto muy conocido y Federico una persona culta y vecina del lugar, parece descabellado aventurar que este lapsus hubiera sido fruto de su ignorancia sino que sería, mas bien, una de sus peculiares bromas.

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  5. Le contesto al poeta.....

    Imagino que la cabeza fuese un mundo...y la rosa de los vientos le dice....

    .... Entre tu nuca y tus hombros hay un hueco infinito, donde caben mis ojos, mi boca, mi cuello, mis brazos y el resto de mis sentidos...

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  6. Buddha

    El palacio en sombra
    Enseña brumoso sus oros bruñidos
    La cálida noche derrite sus tules
    Entre las estrellas rojizas y azules.
    Lloran los chacales en junglas perdidos.

    En el estanque lotos sangrientos
    Lirios de agua, palmas, umbrías
    En los jardines altas palmeras
    Se inclinan lánguidas y severas
    Acompasando sus melodías

    Dulces magnolias majestuosas
    Dan su fragancia sobre las cosas.
    Noche de luna. Raro consuelo.
    Arturo llora su luz de cielo
    Flores, divinas... Piedras, preciosas.


    Abriole la puerta de calma infinita
    después esfumose. Siddhartha medita.
    Una voz celeste suave musita
    "Tú eres Tathagatha, puro, sin igual".

    En fondos dorados entre rosas blancas
    Lució sus encantos la diosa Verdad
    El iluminado quedose hierático
    Aspirando triste un perfume enigmático
    Que manaba lento de la eternidad.

    El cuerpo sin alma subió al aposento
    Yashodara y el niño dormían
    Siddhartha sintió un agobio violento
    Corazones en sombras yacían...
    Grave palpitaba el firmamento.

    Se arrancó la flecha que le lanzó Mara
    Traspasando salió de la estancia
    Dulce el corazón se durmió en la fragancia
    Que la luz del cielo le dejara.
    Y marchó con la Bienaventuranza

    Siddhartha solloza. El palacio lejano
    Enseña entre ramas sus oros bruñidos
    La cálida noche derrite sus tules
    Entre las estrellas rojizas y azules.
    Lloran los chacales en junglas perdidos.

    Federico García Lorca

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